martes, 11 de marzo de 2008

PLAN DECENAL DE EDUCACIÓN DOMINICANO


CONGRESO NACIONAL DEL PLAN

DECENAL DE EDUCACION






FINES Y OBJETIVOS DE LA

EDUCACION DOMINICANA*

Dr. José Antinoe Fiallo Billini y

Licda. Alejandrina Germán de Sosa









Ponencia presentada en el “Congreso

Nacional del Plan Decenal de Educación

MEMORIAS DEL CONGRESO

Ponencia de Areas

Area de Calidad. Tomo I. SEEBAC

Diciembre 1992. Hotel Lina

Santo Domingo






MARCO CONCEPTUAL


Partimos del punto de vista de que elaborar un Plan, y la forma de llevarlo a la práctica, significa asumir una forma de pensar y actuar que toma en cuenta, el pasado, el presente y el futuro (cómo podría ser el futuro). Todo esto de manera articulada, como conjunto, como visión global, como totalidad, que es lo que permite ver y comprender cada parte, momento o problema, no sólo de manera correcta, acertada, sino de forma creativa sin recurrir a las viejas formas de pensar y actuar.

Entonces, cuando hablamos de filosofía, que es a lo que tenemos que cuando abordamos principios, fines o teorías, no nos referimos al pensamiento de alguna persona en particular, como por ejemplo un pensador, o una escuela o tendencia de pensadores (grupo pequeño de personas). No, a lo que nos referimos es a una concepción, a un método, a una forma de trabajar y hacer las cosas, a una práctica transformadora (praxis).

Este punto de vista que asumimos, que compartimos, con el cual estamos de acuerdo, permite concebir a todos los seres humanos, a todos ellos como personas, sujetos, colectividades o comunidades y naciones, como entes activos, protagonistas y por tanto filósofos y planificadores.

Partimos de que todos somos capaces de reflexionar, todos somos capaces de organizar el trabajo, darle sentido, utilizar adecuadamente los recursos y fuerzas con que contamos, de utilizar nuestra capacidad creativa. No aceptamos el punto de vista de que los seres humanos se dividen en los que piensan y deciden qué debemos hacer la mayoría, y la mayoría que debe ejecutar lo que esa minoría decide por nosotros. Todos debemos colocarnos en el timón de nuestra historia y manejar nuestro barco, porque lo conocemos, sabemos donde queremos ir y conocemos la forma de llegar.

Teniendo en cuenta estos elementos, todos somos capaces de elaborar una estrategia para ejecutar una filosofía y alcanzar lo que planificamos, ya que ésta (la estrategia) es la forma que nosotros escogemos para acercarnos a la meta o las metas que nos trazamos con un plan, programas o proyectos. La estrategia, pues, lo mismo que un plan, no es una cuestión de un pequeño grupo de especialistas que hábilmente imponen sus fines y las formas de lograrlos.

Si partimos de que todos podemos reflexionar (filosofar), planear o planificar, entonces de lo que se trata es de acercarse colectivamente, comunitariamente, a ciertas metas. Esto requiere que decidamos como acercarnos a ella o a ellas. Reflexionemos colectivamente y actuamos colectivamente.

En esta perspectiva nos situamos, además, para poder mantener una visión de totalidad, de conjunto, al analizar los problemas de la educación.

Es decir, razonar la educación (formal y no formal) en la sociedad, explicándonosla como parte de ella, como parte de las culturas (o diversos modos o formas de vida) de esa sociedad, que es la única manera de llegar a comprenderla. No podemos ver y juzgar la realidad educativa y actuar correctamente en consecuencia, sino como parte de la realidad social que se explica o tiene sus raíces, sobre todo en nuestro caso, una realidad social cargada de pobreza, opresión, exclusión de las mayorías y dominación extranjera. Nuestra educación y nuestra escuela, expresarán, también, esos elementos de nuestra realidad social.

Con la finalidad de establecer, a partir de ese punto de partida, un marco conceptual de cierto rigor y claridad, precisamos los siguientes conceptos que entendemos pertinentes:

PRINCIPIOS: Están referidos a la definición de los elementos normativos filosóficos (formas de reflexionar) y éticos (referentes a la manera de concebir el actuar y vivir correctamente en función de intereses comunitarios y mayoritarios) que nos permiten establecer las concepciones teóricas que se asumen para abordar una problemática determinada. En nuestro caso el qué y el para qué la educación.

FINES: Están referidos a los lineamientos filosóficos y políticos que definen el tipo de educación que se va a construir teniendo como contexto los principios que se asumen.

OBJETIVOS: Están referidos a los resultados o logros que se esperan obtener como resultado de la aplicación del Plan, vistos los resultados o logros como proceso, no como productos terminales.

Principios, fines y objetivos se articulan, se vinculan para dar coherencia, relación firme y estable a la necesidad de definir la vinculación entre filosofía y plan referida a los intereses de las mayorías populares.

Por ello decidimos, al concluir los diagnósticos y reflexionar sobre la Propuesta, incorporar a nuestros razonamientos, además de los conceptos, principios, fines y objetivos, el concepto de PARADIGMA, como nuevo sentido, nuevo punto de partida, ejemplo, referencia, nueva forma de construcción y recreación, y por tanto, posibilidad de permanente reflexión de contexto y relación en las culturas.
EL DIAGNOSTICO


Partiendo de la concepción anteriormente expuesta procedimos a realizar un diagnóstico detallado de la filosofía de la educación dominicana de naturaleza hegemónica, en este caso, la filosofía explícita en Constituciones, Leyes y Códigos, Ordenanzas y Resoluciones, Diagnósticos del Sector Educativo Oficial, Proyectos de Leyes, de Reestructuración, Programas educativos implementados y no implementados, discursos oficiales o desde el Poder, desde 1844 a 1991, estableciendo la relación entre educación y desarrollo social.

En segundo lugar, realizamos un diagnóstico de la filosofía de la educación dominicana, contenida en las plataformas o propuestas desde la sociedad civil, las resistencias, luchas políticas y populares desde 1844 a 1991. Para ello procedimos a analizar documentos, discursos, propuestas, plataformas, programas, resoluciones, textos teóricos, monográficos, tesis, todo ello con la finalidad de determinar la tradición dominicana democrática y popular y las raíces de una propuesta alternativa desde el lugar donde los que son oprimidos organizan sus luchas y relación de esas luchas con la escuela y las diversas formas de socialización formal y no formal.

Arribamos a las siguientes conclusiones en relación a los Diagnósticos:
Diagnóstico de la Filosofía Hegemónica en la

Educación Dominicana:

Históricamente, los fundamentos teleológicos (referidos a principios y fines) de la educación dominicana hegemónica expresan que:
Nuestra Educación fomenta la tradición hispánica e iberoamericanista, en primer lugar y posteriormente, de manera creciente, la modernización que se asocia al modo de vida norteamericano (es decir, de uno de los imperios que oprimen en la actualidad).

La educación dominicana forma para defender el orden, la institucionalidad, la democracia representativa, formal y la ley. En esta perspectiva, el pueblo se concibe como sujeto pasivo, espectador o interventor coyuntural (para ciertos momentos).

La cultura se considera producida por una élite (minoría capaz, porque la mayoría no puede crear) para ser transmitida al pueblo. La cultura se entiende como lo espiritual exclusivamente, y se produce para ser conservada, cuidada y transmitida, y la escuela debe contribuir a eso.

La educación se basa en una formación cívica-católica que articula una tradición con el futuro, sin conflictos, sin contradicciones.
En el proceso educativo el ser humano se valora como “recurso humano” útil, productor (ser humano como instrumento, con ciertas habilidades, destrezas, competencias) y su principal éxito es la productividad de su trabajo para el sistema capitalista y los capitalistas.

Por ello, una de las finalidades de la educación dominicana es transformar el hombre en objeto, hacerlo una cosa manejable, programarlo para que se ajuste a un orden establecido que lo oprime, para lo que se intenta aislar, sistemáticamente, la escuela de la comunidad.

La sociedad civil se aprecia separada, escindida de la sociedad política (es decir del Poder), y esto se refleja en el sistema escolar formal y la escuela, porque los alumnos y una parte de los maestros y maestras, como actores dan continuidad a la sociedad civil, y administradores y otros funcionarios al poder o sociedad política.

El Maestro o Maestra se concibe como forjador y centro exclusivo del proceso educativo y formador de la conciencia del alumno. El alumno es un subalterno, está en condición de subordinado al cual se le transfieren conocimientos y se le estimula la adquisición de destrezas y habilidades, con la cual se le coloca en una situación de dependencia que impide la reflexión, el desarrollo de la capacidad crítica y la participación.

La educación es asumida como un proceso normativo, de dominio sobre los sujetos sociales, y el aprendizaje se centra en la transmisión de contenidos adecuados para un determinado orden.

El ambiente se define a partir de una concepción naturalista, de dominio sobre la naturaleza. La naturaleza es un recurso para ser usado, explotado, degradado. El ambiente no es concebido como naturaleza más sociedad, y por tanto el ser humano como la especie a ser más protegida de todas en armonía con el resto del ambiente.

La identidad dominicana se define unilateralmente a partir de una raíz blanca y occidental, ocultando las tradiciones africanas y el protagonismo de las clases populares, mostrando claras evidencias de tomar el antihaitianismo como eje (naturalmente errado) de la definición nacional.

La individualidad es considerada como la fuerza creadora de la sociedad. Se prioriza la autorrealización individual y el éxito personal, con lo cual se estimula el “sálvese quien pueda”. Se disocia la labor educativa de la solidaridad y el trabajo comunitario.
La educación se concibe como aprendizaje “sistemáticamente dirigido” hacia el logro de objetivos conductuales previamente establecidos, que deben expresarse en términos de “conductas observables”, “medibles”. Lo oque no se puede medir o es difícil de medir o requiere formas especiales de medición u observación (por ejemplo lo cualitativo) no es importante para la educación.


PROPUESTA DE NUEVOS PARADIGMAS PARA

LA EDUCACION DOMINICANA

A partir del diagnóstico de la filosofía alternativa, que se realizó también, abarcando el período 1844-1991, arribamos a un balance histórico, que a nuestro juicio podría constituir la base filosófica de la nueva educación dominicana.
La estrategia educativa debe diseñarse y ejecutarse a partir de una visión política de la sociedad y la escuela, en la cual los sujetos o seres humanos en la comunidad y la escuela participen.

El proceso histórico se analiza como un proceso contradictorio, conflictivo, donde el pueblo trata de sobrevivir a la opresión de los diversos imperios e imperialismos y grupos dominantes, por lo que la educación debe servir para mantener la memoria del pueblo, sus luchas, esperanzas y angustias, haciendo énfasis en los sujetos aborígenes, africanos, criollos, clases medias y clases populares.

La soberanía descansa, fundamentalmente, en una verdadera participación del pueblo organizado, la cual debe ser defendida por todos los medios a su alcance si es vulnerada o intentado su destrucción. Por tanto, la educación debe expresar la soberanía popular en la creación de conocimientos, así como aprendizaje o construcción de respuestas para la sobrevivencia y desarrollo, que deben socializarse o ponerse en común en un intercambio solidario, vinculando el saber popular y el saber científico.

Los cambios o transformaciones deben producirse con participación horizontal desde la base, con la participación de la población, sin imposiciones verticales o manipulación de arriba hacia abajo. Por ello la educación debe servir para formar juicios verdaderos, que expresen la realidad a partir del conocimiento y decisiones de la soberanía popular como reflexión sin imposición, por más hábil que ella sea.

La cultura es creación de los seres humanos, y las culturas populares, las creaciones de los seres humanos pobres, oprimidos y excluidos, basadas en el trabajo y su necesidad de sobrevivir. El proceso educativo debe sostenerse fundamentalmente en esas culturas, porque socializarse adecuadamente es contextualizar la escuela, situarla en la vida y cultura de su territorio, de su entorno, para contribuir a que los pobres y excluidos puedan salir de la opresión y la exclusión.

La soberanía popular se organiza en poderes de participación como capacidades del pueblo para decidir, hacer y controlar lo que se hace. La educación y la escuela deben organizarse, estructurarse, administrarse descentralizadamente y en forma participativa a nivel nacional, regional, provincial, municipal y local (barrios, distritos, parajes y secciones) para alcanzar el autogobierno de la educación y la escuela. En toda unidad escolar se dará la participación sin excepciones, lo que incluye, maestros y maestras, personal administrativo, alumnos, padres y comunidad. Toda escuela debe organizarse a partir de una democracia participativa.

Debe ser instaurado o restaurado, según el caso, y de manera progresiva y sostenida, la armonía del desarrollo entre la red de producción de bienes y servicios (alimentos, salud, vivienda, educación) y la problemática popular a nivel regional y local, de manera justa, redistributiva y con participación comunitaria. Ello obliga a que la educación y la escuela estrechen su relación y su vida con las culturas regionales y locales, con sus ecosistemas, haciendo énfasis en aquellos territorios afectados gravemente por la pobreza extrema, y por tanto, por los grados agudos de opresión social, sea en los campos o en las ciudades en y con su medio. Su ética es la intensidad de su relación con su entorno, con su comunidad que la necesita.

La democracia se entiende y se vive como una creación de todos. En lo político como poderes de decisión, ejecución y control de las mayorías; en lo social, como economía y trabajo popular de solidaridad y sobrevivencia de las mayorías, para mejorar su calidad de vida basada en la justicia; y en la socialización como contextualización de ésta por la pobreza, exclusión y opresión de las mayorías. Por esto, la educación como socialización debe contextualizar (referir a su medio o entorno), la participación, la economía y el trabajo y los saberes y reflexiones de las clases populares, que es la única forma de hacer democracia en la educación y la escuela, pues lo contrario es asumir la manipulación, el afán de lucro o riqueza y el saber sofisticado de las élites que dominan.

Por esto, se define el desarrollo de la sociedad como desarrollo a escala humana, referido, en primer lugar, a los seres humanos como medida de las estrategias y políticas, vale decir, como protagonistas, sujetos, en un entorno o medio que permita su crecimiento. Por ello, la educación y la escuela deben servir a ese tipo de desarrollo, contribuyendo a que los seres humanos reflexionen y actúen sobre y en su medio, eliminando así uno de los principales factores de opresión (dejando de ser objetos o impidiendo que los hagan objetos de otros), propiciando así su liberación. Que puedan reflexionar, que puedan elegir o decidir y que puedan ser solidarios con otros para superar sus problemas, eso es lo que define una educación liberadora.


Por esto, la educación debe orientarse a despertar y desarrollar las potencialidades de los seres humanos como personas, para vivir mejor, ser más sujetos. Por ello, el currículo como propuesta educativa debe ser parte de una cultura que no separe la escuela del lugar de donde vienen los alumnos y maestros, es decir los sujetos del proceso. Al currículo considerarse como parte de las culturas del pueblo, y no solo o principalmente como documento técnico, es una realidad que puede reformarse y mejorarse como continuidad o prolongación de la vida, de forma tal que ese currículum y sus contenidos se llenen de los conocimientos, las esperanzas, las angustias, los reclamos o peticiones de los seres humanos y las comunidades.

Es necesario, pues, transformar la escuela en un centro comunitario y la socialización escolar, realizada, vinculada a su medio o entorno. El currículo, por tanto, es de las mayorías de la sociedad, es, desde los lugares de donde provienen los alumnos y maestros, es de ellos y ellas.

La única vía para formar o desarrollar al ciudadano como sujeto democrático, es a partir de la formación de un ser humano crítico y solidario, leal a su comunidad, la cual defiende, distinguiendo el uso despótico y arbitrario del Poder, luchando contra éste y resistiéndolo como lo han hecho tantos dominicanos y dominicanas a lo largo de su historia.
El ambiente se entiende como un concepto global que abarca naturaleza y sociedad (culturas), estrechamente vinculadas. Por ello, la educación y la escuela como procesos y espacios de socialización deben tener, como referencia, esa concepción del entorno o medio, de forma tal que al vincularse a ellos lo haga respetando la armonía y el desarrollo a escala humana, propiciando el conocimiento de los procesos y leyes del ambiente, para humanizar las relaciones sociales entre los seres humanos y con la naturaleza.


3.11 La identidad nacional se ha construido o hecho al través de serios conflictos y prolongadas luchas que han dado como resultado un perfil del dominicano (un tipo de ser humano preponderante en lo bio-sico-social), como pobre, negro y mulato, excluido y oprimido, por lo cual ha luchado y seguirá luchando. La educación, como una de las formas de socialización, debe recoger ese perfil como punto de partida para definirse, para potenciar su capacidad de seguir siendo lo que es en muchos aspectos, mejorarlos, pero superando su creciente empobrecimiento, exclusión y opresión, reforzando su autoestima, su autogestión y su capacidad de autogobierno.

En este aspecto es importante resaltar, particularmente, la necesidad de reformular en el currículo el protagonismo de la mujer, para que en la educación ésta no siga siendo ciudadano de segunda en relación al sexo masculino, lo que sucede también, y en otro orden, con los nacionales haitianos y sus descendientes, de forma tal que no exista una formación diferenciada o inexistente por razón de género (masculino o femenino) o nacionalidad (dominicano o haitiano y otros).

3.12 El saber elaborado, como por ejemplo el científico o el técnico, que puede y debe utilizarse en relación a la realidad social y en la acción sobre ella, no es un saber neutral o al exclusivo servicio de hacer ricos o más ricos a una minoría. La Ciencia y la Tecnología en la educación, como en la economía, debe orientarse, predominante, a desarrollar las culturas populares (campesinas o urbanas) y el desarrollo a escala humana. La educación y la escuela deben armonizar el saber científico-técnico y el saber popular, de forma tal que podamos desarrollar un saber popular que incorpore lo válido del saber elaborado, es decir, un saber popular elaborado que responda a los intereses del trabajo y de la sobrevivencia y mejor vida de los pobres.

SINTESIS DE LOS PRINCIPIOS DE LA

EDUCACION DOMINICANA


Todo proyecto educativo parte de una visión política de la sociedad y la escuela, espacios o lugares estos en que los sujetos participan en el diseño de los planes y programas a ejecutar. La educación debe ser democrática por su participación y por el respeto a la creación y recreación de los sujetos que en ella se involucran.

La educación como componente de la sociedad y sus culturas es un proceso contradictorio y conflictivo, en el que interactúan concepciones filosóficas-educativas dominantes y las que provienen y expresan las luchas de sobrevivencia de las clases populares que, a través de éstas y otras formas, tratan de mantener su identidad. La educación debe servir, como proceso, a las mayorías nacionales, debe ser un proceso de mayorías, no de minorías, o para beneficiar minorías.

La educación expresa la soberanía popular en la medida en que manifiesta la creación y recreación de conocimientos, habilidades y aptitudes que se socializan en un intercambio solidario que vincula el saber popular y el saber científico-técnico. La educación debe ser popular, no solo por su cobertura, sino por sus contenidos y metodología.

La educación como componente de la cultura es un proceso de socialización que permite contextualizar la escuela, situarla en la vida y la cultura de su territorio y su entorno. En tal sentido, la educación como medio de mejoramiento de la comunidad y factor importante para el desarrollo nacional independiente es un servicio público que debe ser garantizado en igualdad de oportunidades para todos los ciudadanos.

El trabajo educativo se basa en la participación, entendiendo la participación como las capacidades del pueblo y la comunidad educativa para decidir, hacer y controlar lo que se hace. La educación y la escuela deben ser procesos democráticos en la medida en que estructuras, órganos de gestión y políticas expresen la organización de las mayorías.

La educación y la escuela sirven al desarrollo a escala humana, reconociendo con ello a los seres humanos como personas, con capacidad para reflexionar y actuar en su medio como protagonistas de su propio desarrollo, es decir, verdaderos sujetos. Por esto, la educación es un derecho inalienable y permanente del ser humano, lo cual debe ser garantizado por el Estado y la comunidad organizada.

El currículo es una propuesta cultural y por tanto educativa, porque es, una expresión, una manifestación de los sujetos o seres humanos, sus comunidades y sus entornos y no solamente un documento y propuesta técnica elaborada por un grupo reducido de especialistas. Por ello, toda persona tiene el derecho a una educación como expresión de su creación cultural y del progreso no sólo científico-técnico, sino además ciudadano y popular.

La educación persigue formar un ciudadano crítico y solidario, leal a su comunidad a la cual defiende, sin servir de instrumento de exclusión u opresión de los demás ciudadanos, por lo que tiene derecho a una educación sin discriminación de ningún tipo.

La educación y la escuela, asumen el ambiente como una concepción global o de totalidad, es decir, que integra sociedad y naturaleza estrechamente vinculadas, propiciando así el conocimiento de los procesos y leyes del ambiente para humanizar las relaciones sociales y con la naturaleza.

La educación contribuye el fortalecimiento de la identidad nacional y popular tomando como punto de partida la definición del perfil dominicano, para potenciar su capacidad de seguir siendo lo que es en muchos aspectos, mejorar en otros y superarse en aquellos en que tiene que hacerlo. La educación dominicana, deberá basarse por tanto, en la cultura nacional y popular, la cual debe fortalecerse incrementando el acervo histórico cultural válido de la humanidad.

A la educación le corresponde armonizar el saber científico y el saber popular, de forma tal que permita el desarrollo de las culturas populares y la innovación tecnológica, sin que ello signifique exclusión de la creación de las mayorías u opresión de intereses extranjeros o grupos minoritarios. Para garantizar esa armonía de los saberes, la educación dominicana tendrá como base una formación cívica, democrática, participativa y patriótica, de modo que el interés de satisfacer necesidades sociales prevalezca sobre los intereses individuales o de minorìas.

Por todo lo anterior, la educación deberá constituirse en fuente de vida y de respeto a la vida, la búsqueda y proclamación de la verdad, el ejercicio de la libertad, las relaciones de justicia y solidaridad entre los seres humanos, como único modo de constituirse en factor de liberación en la sociedad y en las personas.


SINTESIS DE LOS FINES DE LA

EDUCACION DOMINICANA


Formar seres humanos, libres, críticos, creativos, dueños de si mismos, que combinen el trabajo, el servicio comunitario, la formación humanista y científico-técnica, la recreación de sus culturas y la creación de nuevas culturas, para, asumiendo el acervo cultural de la humanidad acumulado válidamente, contribuir al desarrollo nacional y a la satisfacción de las necesidades fundamentales del pueblo dominicano.

Fortalecer la conciencia y la identidad nacionales, así como su valoración e integración, fomentando a la vez la solidaridad internacional, preferentemente con los pueblos de nuestro entorno inmediato en las Antillas y el Caribe.

Promover la creación, conservación, desarrollo y transformación del entorno natural y social, asumiendo la cultura como totalidad para que sirvan al desarrollo a escala humana.

Fomentar la cooperación internacional fundamentada en la independencia, soberanía e identidad nacionales, así como la justicia en las relaciones internacionales.

Formar para el ejercicio pleno de los derechos y deberes de cada ciudadano, para la transformación social basada en la justicia, y en un futuro que aspire a la eliminación de los privilegios y la opresión de minorías sobre mayorías.

Fortalecer la relación entre la educación y la comunidad, considerando esta relación como el eje esencial del proceso educativo que la escuela sea expresión de la soberanía popular.

Promover el desarrollo de una conciencia ambientalista, referida ésta tanto a la naturaleza como a la sociedad, de forma tal que la visión sobre la problemática social y natural descanse en la necesaria armonía de todos los seres, formas vivas y entornos que componen nuestro planeta.

Propiciar el conocimiento, práctica y permanente recreación de la democracia participativa como forma de gobierno, autogobierno y convivencia, tanto en la sociedad como en la escuela, porque es la única forma en que los ciudadanos, los sujetos, los seres humanos pueden intervenir activamente en la toma de decisiones, en la ejecución de ellos, en su control y en su evaluación.

Contribuir a la formación integral del ser humano mediante el desarrollo de sus capacidades intelectuales, físicas, éticas y estéticas, así como a la formación de hábitos y convicciones que permitan el desarrollo pleno de su consicion humana y su contribución a la transformación de la sociedad, para eliminar la opresión y la subordinación de las mayorías a las minorías.

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