martes, 1 de diciembre de 2009

SOBRE LOS MELLIZOS DE PALMA SOLA

El redentorismo político y social de los Mellizos de Palma Sola: El asesinato del Gral. Miguel Rodríguez Reyes.

(A la memoria de mi tío, el Dr. Raymundo Cuevas Sena)

(Por: Alex Ferreras)


Uno de los mejores métodos para haber propuesto un cambio en el régimen político en un país que acababa de librarse de una larga dictadura, debió ser el de infiltrar ideas a través de celebraciones de rituales. El movimiento de Palma Sola no fue un simple movimiento religioso. En absoluto. Su dimensión pudo hacer posible la promoción de un ideal político, y más cuando los participantes fueron personas con un nivel de educación formal muy pobre, cuando no de analfabetismo absoluto. Como practicantes del culto al dios Liborio, ¿qué iban ellas a entender de la enmarañada lógica del poder, de conocer el complejo juego de transición política como el que a la sazón se practicó en la R. D.? Que Plinio haya alcanzado el 2do. de bachillerato fue una hazaña en esa época en un medio rural como San Juan de la Maguana. Eso, más sus inquietudes sociales y políticas pueden explicar su ascendiente sobre esas gentes sencillas. Gravitó en ese punto de la historia dominicana los casi treinta y un años de la tiranía trujillista, y lo que significó para los dominicanos, con un lastre de miedo y terror a cuestas, la aparición de un Mesías que viniera a allanarles el camino para purgarse de sus emociones reprimidas por tan largo tiempo.

A tal grado llegaron las penas y los tormentos bajo el régimen trujillista que han devenido una especie de trauma, internalizado hasta nuestros días. Ni el alud de publicaciones de novelas testimoniales, ni la presentación periódica de programas televisivos, ni de documentos y documentales, atravesados por la nostalgia, han sido suficientes para expulsar el fantasma de Trujillo de su sique colectiva, hasta el punto que pareciera tirar ya, inconscientemente, a la desesperación, por no aceptar en sus más adentros la realidad dominicana de los últimos tiempos.

La celebración de un ritual magicorreligioso, como el de Palma Sola, que los campesinos atribuyeron origen divino, he ahí el asunto; pudo constituir una condición ideal para haber dado un zarpazo ideológico en contra del antiguo estado de cosas en aquellos entonces. Los Mellizos al parecer conocían la fuerza de esa arma política. En cambio, los creyentes de otra religión, esta vez del marxismo, en este país, por lo visto quedaron cortos en ver la gran utilidad que tiene la práctica de rituales para filtrar ideas de cambio y resistencia, pero por su sesgo o exceso racionalista, terminaron subestimándola. Otros, al contrario, sí supieron del impacto que ella ejerce en las personas; viene al caso el poeta Jacques Roumain, de la élite radical haitiana de la década de los años ‘20, en su novela Gouverneurs de la rosée (1944) (Los gobernadores del rocío), además de su denuncia de la masacre de los haitianos en el 1937 por Trujillo, básicamente, de igual forma por haber puesto de realce la mentalidad magicorreligiosa de sus gentes. Según sugiere el también fundador del Partido Comunista Haitiano, sus rituales de vudú fueron reflejo de las relaciones sociales de producción. Lo propio puede decirse de su compatriota Toussaint L’Ouverture y su visión sobre esas prácticas y ritos religiosos en el siglo XVIII contra los franceses coloniales en Haití, aunque, claro está, no desde la óptica de la ideología marxista, propiamente, por haber sido su actuación en la historia haitiana anterior al marxismo. Lo que resultó de su apuesta política en las luchas emancipadoras de ese país es en una parte importante beneficiaria del poder aglutinador que demostraron tener semejantes rituales.

Los Mellizos, con muy poca instrucción, hicieron uso del arma que puso en sus manos el culto al dios Liborio en Palma Sola de una manera más práctica y más espontánea, si se quiere, que el proyecto político que intentaron implementar los marxistas dominicanos para preconizar ideas de cambio en la R. D. Tal vez les faltó a éstos buscar hilos conductores así como paralelismos, si no en la historia dominicana, sí en otras culturas en diferentes períodos históricos para avanzar su propuesta. Quizás perdieron de vista cómo utilizar un recurso poderoso como lo es la celebración de un mito o ritual para insuflar aquellas ideas.

Plinio Ventura el Mellizo personifica el dominicano marginado de la época y sus aspiraciones de libertad y justicia social, las que les habían sido negadas por Trujillo a lo largo de su dictadura. Para desgracia de nuestros pueblos, la historia se repite. En el 1922 le tocó el sacrificio a Olivorio Mateo en su lucha por preservar no sólo su religión aquella vez, sino, como los gavilleros, sus tierras en su región, durante el interregno de la primera intervención oficial de los EE. UU. La misma situación recurre, sólo con cambio de personajes en todos los casos, siendo el trasfondo el mismo. Ahora, un pueblo necesita de héroes, santos y mártires, para decirlo con el escritor argentino Ernesto Sábato (Sobre héroes y tumbas, 1961), digamos como mecanismo de compensación que dé respuesta a las precariedades de su existencia tanto en el plano físico como espiritual. No era que Plinio, mientras fue perseguido y asediado por las fuerzas del Consejo de Estado en el 1962, con esa extraordinaria capacidad de mimetismo que se le achacara, se fundiera con las gentes y las cosas en cada sitio y a toda hora. En todo rigor, no eran posibles parejas ubicuidad y omnipresencia. Tampoco era necesario verificar el hecho de su muerte, ni las tantas proezas que se le atribuían. ¿A qué vale? Las gentes llanas, las mismas de siempre en todo tiempo y cultura, de desaparecer el Mesías físicamente, lo reconstruyen en su memoria, porque las hazañas y la consagración de los redentores sociales trascienden con su ideal en el tiempo.

El rol del Gral. Rodríguez Reyes en el caso Palma Sola debe trascender en la memoria social de todo dominicano con desarrollo de conciencia histórica y política. Como se sabe, fue a ese lugar con órdenes del Consejo de Estado para darles muerte a los Mellizos desde la 3ra. Brigada General Pedro Santana con asiento en San Juan de la Maguana, donde era comandante. Sin embargo, tal había sido, desde cuando Trujillo, su sentido del honor, su lealtad y su caballerosidad, a toda prueba, que se despojó del arma que portaba para persuadirlos a que desistieran de sus cultos magicorreligiosos. Un garrotazo en la cabeza (más dos balazos en su garganta, al decir de otros) que cegó su vida truncó su objetivo, hecho del cual se culpa a los Mellizos. Una suerte parecida corrió Caamaño con una pedrada en la cabeza, si bien sobrevivió al ataque.

El garrotazo a Rodríguez Reyes y la pedrada a Caamaño, por separado, apunta a que los Mellizos y sus seguidores posiblemente no tenían otras armas que no fueran machetes, palos y piedras, amén de estar descalzos. Lo cual significa que por efecto debe y tiene que traer a la memoria “El pequeño ejército loco” de Sandino en el 1912, como lo bautizara la gran poeta chilena Gabriela Mistral, en tiempos de la intervención de los EE. UU. en Nicaragua, país al que enfrentaron en esa época, con todo y aquél estar compuesto, además, por niños adolescentes, llamados “Coro de ángeles”.

No es cierto que los fastos del poder ni el brillo cesáreo iban a deslumbrar un hombre insobornable e innegociable a carta cabal como lo fue el general dominicano frente a la oligarquía criolla. Resulta que él llevaba el elemento democrático por dentro. Su actitud de conciliación frente a los Mellizos, como pueblo, en lugar de perpetrar la masacre contra cientos de campesinos dominicanos, de inmediato, indica que el sentido de la historia para ese gran soldado era otra, como otros eran los aires de libertad que empezaban a respirarse en la R. D. De esa suerte resultaron ser fallidos los intentos de una clase social de perpetuarse en el poder más allá de la desaparición física del dictador Trujillo del escenario político dominicano. De ahí la admiración de Bosch por Rodríguez Reyes, un alto oficial militar, en el tiempo, que llena de honra la historia reciente de la R. D.

Desgraciadamente, pienso que el Gral. Rodríguez Reyes había firmado su sentencia de muerte desde el mismo instante en que les hizo saber a los sectores oligarcas del país que su compromiso con Trujillo había terminado con su muerte. No les valió a éstos haber apelado a los antiguos vínculos que tuviera el general con el trujillismo para proponerle dirigir la Secretaría de las FF. AA. en el gobierno del Consejo de Estado. Lo de Palma Sola fue, sencillamente, el episodio trágico que puso fin a su vida, en tanto que Bosch, lamentablemente, se quedó sin su secretario de las FF. AA. designado de antemano.

Otra de las grandes verdades, tal vez poco conocidas hasta ahora, del movimiento de Palma Sola, es que Plinio favorecía el advenimiento al poder de Ramírez Alcántara, un antiguo exiliado trujillista, otrora cacique de San Juan de la Maguana, y no a Viriato Fiallo o Juan Bosch. Con relación a Rodríguez Reyes, ya la orden para asesinarle estaba firmada. Aprovecharon que estuviera desarmado en Palma Sola para hacerla realidad. La oligarquía local no le perdonó al general, por su condición de hombre no negociable, haberse negado a hacer causa común con ella para la continuidad del trujillatobalaguerismo en el poder. Tal como sostuve al principio, el culto al dios Liborio no fue un simple movimiento de carácter ritualista solamente sino de redentorismo político y social. El contenido de las siguientes salves de los Mellizos no deja el más mínimo resquicio a las dudas:


“¡No mandará Viriato,

ni mucho menos Juan Bosch

mandará Plinio Ventura

por obra de Dios!”

“Ni Trujillo ni Lilís

fue el Consejo de Estado

que en Palma Sola sumó a mil

los creyentes masacrados”

LA CIUDAD DE SANTO DOMINGO Y SU PROBLEMÁTICA

CENTRO DE ESTUDIOS SOCIALES

“PADRE JUAN MONTALVO S. J.”

NI METRO, NI ISLA, NI MARINA:

TRANSFORMACIÓN SOCIAL PARA

UNA CIUDAD ARMONIOSA


Ponencia presentada verbalmente el

12 de Marzo y cuya redacción concluyó el 27 de Marzo.

“Conversatorio sobre el Metro de Santo Domingo”

12 de Marzo 2005

Santo Domingo

“La eliminación del divorcio entre la ciudad y el campo no es, pues, ninguna utopía… Cierto es que la civilización nos ha dejado, con las grandes ciudades, una herencia que costará mucho tiempo y mucho esfuerzo liquidar. Pero ellas tienen necesariamente que ser eliminadas, por largo y trabajoso que sea el proceso” (Federico Engels en el “Anti-During”).

“Para cambiar la vida, primero debemos cambiar el espacio” (Henry Lefebvre).

“… pero en la ciudad armoniosa las almas nacionales nacen y viven para todos los pueblos y obtienen su forma sin deformar las almas individuales y las almas familiares y las almas amistosas donde nacieron” (Charles Peguy).

Palabras de Introducción

Cuando se me invitó a este Conversatorio debía decidir un referente o punto de partida y luego de algunos días de reflexión consideré que era importante no caer en la trampa tendida por el ejercicio tradicional del poder burgués, sea político o corporativo-empresarial de centrar la discusión en un “Metro” ya decidido, aprobado y puesto en marcha “underground”, por abajo, y sacado a flote impositivamente como la primera muestra de una modernidad alienada.

Una sencilla y clara información que tenía y que fue confirmada al día siguiente de la intervención verbal nos dice:

“% bajo la línea de pobreza de la Oficina Nacional de Planificación en 2003 61.70%”.

“Numero de personas bajo línea de pobreza 2003… 5.714.738”.

“Numero de personas bajo línea de pobreza extrema 3.057.121-33.01%”.

(“Mortal” Estado de Pobreza en R.D.: Revelan resultados de la Encuesta Condiciones de Vida. Claudio Cabrera. Diario “Hoy”. Domingo 13 de Marzo. Economía y Negocios. Pág. 3.).

En este contexto entendía importante salir de la trampa que implicaba debatir la temática en la lógica de no reflexionar sobre las condiciones resultado de un proceso de exclusión y opresión de las mayorías, y por tanto situar la reflexión, el debate, en la urgencia de transformación social global, y a partir de allí hacer propuestas impregnadas de esa versión o punto de partida referidas específicamente a la ciudad de Santo Domingo.

Un contexto, una población y UNAS
exigencias de estrategias de
desarrollo Transformadores

El viernes 24 de Enero del año 2003, la periodista Nexcy de León me hizo una entrevista que entiendo interesante reproducir ahora porque sitúa adecuadamente mi punto de partida. Veamos:

“José Antinoe Fiallo, sociólogo, consideró que el descenso poblacional registrado en nueve provincias del país, según datos emanados del VIII Censo de Población y Vivienda, revela la existencia de dos polos de pobreza extrema en República Dominicana, como se había diagnosticado en un mapa que se hizo en 1997.

Fiallo dijo que en el mapa de la pobreza salieron claramente las tendencias de empobrecimiento crítico y de movilidad de la población ya sea a ciudades intermedias, centros urbanos o la capital.

Aunque para el educador el censo no es confiable, advierte que la baja poblacional que registran San Juan, Sánchez Ramírez, Valverde, Bahoruco, Salcedo, Dajabón, Elías Piña, Santiago Rodríguez y El Seibo tiene que permitir entender que al planear una estrategia adecuada de desarrollo, se debe hacer que la misma permita crear una dinámica de permanencia de los asentamientos que hay y de repoblación, por las posibilidades que puedan ofrecer las alternativas de desarrollo. Aseveró que el caso de Independencia, con apenas 40 mil habitantes, indica una situación extremadamente grave, no como la gente cree por el problema de emigración haitiana, sino porque sostener unas posibilidades de desarrollo, hay que tener una relación de la población con el territorio, entendido éste como posibilidades productivas.

“Ese es un problema que tiene que reflexionarse porque cuando vengamos a ver, vamos a tener ya, prácticamente, a un 67 por ciento de la población concentrada en las zonas urbanas y sin posibilidades de darle salida a las perspectivas de trabajo de la gente”.

Fiallo continuó diciendo, “esto indica que hay una dinámica de despoblación radical, una movilidad hacia los centros urbanos nuestros, pero también hacia los centros urbanos del exterior, es decir, hacia los centros urbanos de Estados Unidos, Puerto Rico, España, Italia”.

Atención a las tendencias:

Apuntó que las tendencias de desplazamiento de la población hay que verlas como referencias importantes para tomar decisiones políticas dirigidas al desarrollo de la población.

Explicó que los factores que inducen a la gente a abandonar sus lugares de origen son objetivos y subjetivos, como por ejemplo, la falta de condiciones de trabajo o la no creencia en una posibilidad de salir adelante en el lugar de nacimiento.

“Hay que decir que los factores subjetivos ahora mismo están pesando mucho, y como hay personas que tienen familiares en la capital, en los Estados Unidos, funciona mucho el mecanismo de que esta gente sea sostén para redes receptivas, es decir, un muchacho tiene un tío o un hermano en Santo Domingo y está en las Matas de Farfán, por ejemplo, termina el bachillerato allá y se mete en la casa del primo o del tío en la capital”. También se da el caso de personas que están viviendo en cualquier parte del país y tienen un pariente en el extranjero, inician el procedimiento para que las pidan “entonces se crean unas redes de movilidad para poder salir de las condiciones en que se está viviendo”, relata Fiallo.

Recepción:

El sociólogo reveló que en el Sur del país hay redes muy extendidas de la gente que sale sobre todo de San Juan, Las Matas de Farfán, Vicente Noble, Azua, que generan redes de recepción urbana que son muy fuertes, encontrándose, casos como en la capital, donde hay cañadas que tienen tres pisos de población, arriba, en el medio y abajo.

Puso de ejemplo que en la capital se encuentran zonas de cañadas en las que la población proviene fundamentalmente de San Juan de la Maguana, como consecuencia de las redes urbanas que van tejiendo los sanjuaneros.

“Es interesante entender esa dinámica. Si no se generan condiciones de estabilidad poblacional en esas zonas, en un plazo de diez años habrá zonas completas del territorio nacional que estarán despobladas y no habrá fuerzas productivas en esos territorios, es decir, lugares donde haya producción de diversa naturaleza, entonces, eso es perder riqueza”.

Dijo que cuando una nación pierde población en el territorio, pierde capacidad para producir riqueza, por tanto la reducción que están teniendo las regiones Suroeste, del sur profundo, las provincias fronterizas y El Seibo, es altamente preocupante”. (José Antinoe Fiallo pide velar por el Equilibrio Territorial Dominicano. El VIII Censo confirma la existencia de dos polos que viven en pobreza extrema. Listín Diario, Pág. 17).

En esta entrevista, que abordaba los resultados del último Censo Nacional, entendía que podía colocar en la reflexión una estrategia de desarrollo compleja, macrosocial, que estableciera claramente las lógicas internas de la movilidad poblacional y su concentración. En 1961 éramos cerca de 3.200.000 habitantes y con cerca de 310,000 pobladores en la Ciudad de Santo Domingo. Aunque el Censo del 2002 afirma que somos cerca de 8.500.00 habitantes se estima que en realidad somos más de 9.000.000 y que la ciudad de Santo Domingo (Distrito Nacional) tiene por lo menos 3.000.000 de habitantes y en continuo proceso de crecimiento.

Me parecía pues que debíamos comenzar por estrategias que partieran de un referente y lógica radicalmente distinto y que el paradigma no es una “obra” u “obras” (el Metro, y ahora también la Isla Artificial y la Marina) sino el cambiar el curso de la sociedad dominicana en sus lógicas de reproducción fundamentales, y a partir de allí proponer sobre la ciudad para reforzar la estrategia de transformación social global.

3. UN PRIMER ACERCAMIENTO: VER LA CIUDAD

PARA LA ESTRATEGIA GLOBAL Y EN UNA LÓGICA

DE HACERLA JUSTA ELLA Y PARA LA SOCIEDAD

Teniendo como referente o paradigma la articulación entre transformación social global y reforma social urbana en esa lógica, en el contexto de un reportaje del periodista Alex Batista avancé el 20 de Febrero del 2005 las siguientes reflexiones:

“Necesidades y Servicios”

“Más que contraponer los beneficios del Metro con las necesidades de los barrios capitaleños y de Santo Domingo, plantearse cuáles son las necesidades y descentralizar los servicios ciudadanos son las propuestas del catedrático e investigador urbano Antinoe Fiallo. “Me parece una decisión loable”, dijo Peña al conocer el planteamiento que Fiallo dio a El Caribe”.

“Lo que los capitaleños necesitan no es que los lleven rápido a su lugar de trabajo; lo que en verdad requieren es que coloquen el lugar de trabajo más cerca de sus casas, más a la colectividad. Lo mismo tienen que hacer con los centros de servicios”, explicó el sociólogo”.

“Es llevar una extensión de la UASD a la Zona Oriental, porque es más beneficioso para la ciudad no tener los 50 mil estudiantes que a diario vienen desde aquel lado del río; y eso pasa con las demás universidades y con las oficinas gubernamentales”.

3.2 “Mercado Periférico”

“Si en verdad quieren mejorar el tránsito entorno a la Nicolás de Ovando, lo primero que deben hacer es trasladar el Mercado Nuevo a la periferia, porque la mayoría de la gente que compra allí viene desde la periferia de la ciudad, así nos evitamos tener tanta gente en ese entorno”.

“UASD para el Este”

La segunda propuesta es evitar que cada día entren al Distrito más de 50 mil estudiantes de la Universidad Autónoma de Santo Domingo. “Debe construirse una extensión en la provincia más grande del país (Santo Domingo). Y se debe promover que los estudiantes de aquel lado estudien de aquel lado, es más fácil mover a los maestros que mover a todos los estudiantes. ¿Tiene lógica, no? A veces me pregunto si esta gente que propone el Metro ha hecho este ejercicio. Creo que una propuesta como la del Metro es una muestra de incapacidad política”, agregó Fiallo sobre su segunda propuesta de ciudad.

3.4 “Puentes Flotantes”

“Los puentes no pueden quedarse en una propuesta que une a dos ciudades divididas por ríos. “Yo quiero saber cuántos puentes flotantes se pueden construir con todo el dinero que va a costar el Metro. Porque si ponen puentes flotantes para unir la ciudad por otros puntos no se formarían los cuellos de botella que son los puentes. La experiencia del puente flotante en la desembocadura del Ozama es un ejemplo de lo bien que pueden funcionar esas estructuras”. Diandino Peña plantea que con el Metro se movilizarán alrededor de 160 mil pasajeros al día. En total la ciudad recibe 500 mil pasajeros al día desde la provincia”.

(Retos Urbanos. La Metrópolis Global de Antinoe Fiallo. Sección Ciudad. Diario El Caribe. Pág. 15. 20 de Febrero 2005).

Esto fue un primer acercamiento sobre la cuestión concreta de la relación Metro-Ciudad en el debate y al concluir señalaba, específicamente, la muestra de “incapacidad política y técnica” del agrupamiento político-partidista y técnico-corporativa que se expresaba en las decisiones, no solo por intereses de la acumulación capitalista urbana, sino además, por los niveles de alienación en relación al conocimiento de las realidades en curso y las urgencias de respuestas que tuvieran como referencias la justicia y la participación en la construcción de espacios y ambientes que respondan a intereses clasistas de mayorías populares.

4. POR UNA PROPUESTA EN LA LÓGICA DE LA

TRANSFORMACIÓN SOCIAL GLOBAL Y LA

CIUDAD ARMONIOSA

A partir de ese primer acercamiento y estimulado por la invitación que se me hizo para este Conversatorio, me parece interesante precisar las propuestas al tener una cierta base de acercamiento crítico y alternativo.

Por esto me parece importante esta opinión de Roberto Segre:

“Para ello deben acontecer transformaciones económicas, sociales y de diseño. Lo primero que se plantea es lograr que la ciudad produzca su propia riqueza y cuya disponibilidad, controlada por la comunidad, esté dirigida a la solución de los problemas internos. Ello implicaría delimitar las obras del capital globalizado y favorecer la existencia de un capital local y nacional motivado a la generación de obras locales… Las fuerzas desintegradotas del gran capital, de la política neoliberal que llevan a la segregación y a la dispersión de la ciudad, a la creación de enclaves excluyentes, a la introversión de la vida social, son combatidas por políticos y profesionales progresistas, conscientes de la responsabilidad asumida como dirigentes y diseñadores, ante la ciudadanía y las generaciones futuras”.

(Arquitectura y Ciudad en América Latina: Centros y Bordes en las urbes difusas. Periferia. Internet Resources for architecture and Urban Design in the Caribbean. http://www.periferia.org).

Me parece que puedo transitar desde políticas urbanas hacia la construcción más global de las búsquedas de equilibrios territoriales con justicia social y participación efectivas, pensando la ciudad de Santo Domingo en el contexto de la construcción de una propuesta popular de transformación social.

Preciso algunas propuestas:

Crear tres subsedes de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) en las zonas Oriental, Norte y Oeste (Los Mina, Villa Mella y Engombe); abrir la Sde de la UASD en la Escuela Normal “Américo Lugo” de San Cristóbal y además regular la concentración poblacional en el área donde estén las universidades O & M, UASD, UCSD, UTESA y UCMM. Solo en la UASD viven en la zona oriental entre 45,000 y 50,000 estudiantes. Este conjunto de medidas reduciría sustancialmente la movilidad de más de cien mil estudiantes y profesores(as).

Comenzar a eliminar las estructuras monumentales urbanas concentradoras como “Palacios”, áreas burocráticas relevantes, centros de servicios públicos y descentralizarlos (Ayuntamiento, Policía, Centro de los Héroes o “Feria”, Congreso, Tribunales, Plazas, Huacales y Huacalitos, etc.).

Descentralizar efectivamente los servicios de salud pública haciendo énfasis en centros de atención primaria de base y regionalización de la atención especializada de acuerdo al flujo de su procedencia y a las demandas más urgentes para superar la alta movilidad a Centros Hospitalarios específicos y acercar la recepción de emergencias y curaciones a la vida de las comunidades (caso Darío Contreras y Maternidad Nuestra Señora de La Altagracia en lugares de alto desplazamiento urbano). El Darío Contreras atendió cerca de 48,000 personas en el 2004, según sus propias estadísticas.

Comenzar a ubicar estudiantes y maestras y maestros de la educación pública en Centros Educativos cercanos a sus lugares de residencia, no solo para reducir distancias en la movilidad poblacional, sino para vincular más estrechamente escuela-comunidad y reducir los costos de mantenimiento de movilidades lejanas y con limitaciones de seguridad.

Planificación de nuevos espacios para centros industriales, manufactureras y artesanales en un arco peri-urbano desde San Cristóbal, Villa Altagracia, Yamasá, Monte Plata, Bayaguana, El Puerto y Los Llanos, de manera tal que se pueda ir generando una dinámica progresiva de reasentamiento poblacional y reducción de la presión y movilidad sobre el centro urbano que es Santo Domingo.

Establecer una red de “mercados” populares para desconcentrar la movilidad poblacional hacia los pocos centros de esta naturaleza desde el oeste (El Café, Bayona, Las Caobas y Manoguayabo hasta Los Alcarrizos), Norte (Guaricano, Villa Mella) y Este (desde Sabana Perdida hasta Los Frailes), estableciendo flujos de ingreso de los bienes, teniendo en cuenta lugares de producción y garantizando que las cooperativas de productores sean cada día más responsables del control de los “mercados populares”. Valorar la posibilidad de articular a los “mercados” populares los puestos móviles y fijos de la economía informal de acuerdo a los flujos de circulación y urgencias.

Desarrollar una estrategia de generación de espacios de agricultura urbana y agricultura periférica urbana, para garantizar abastecimientos cercanos barriales sin alta movilidad de bienes y personas, incluyendo desde hogares, escuelas y espacios no utilizados

Garantizar fluidez y rapidez en las vías terrestres (calles y avenidas) y en un plazo no mayor de dos años: asfaltarlas y señalizarlas y eliminar todos los obstáculos consecuencia de la falta de mantenimiento, incluyendo ‘policías’ acostados innecesarios, semáforos en buen estado, personal de control en puntos estratégicos así como garantizar la circulación peatonal en puntos críticos en elevados adecuados.

Hacer énfasis en el establecimiento de redes urbanas de autobuses grandes organizados en cooperativas comunitarias y estableciendo rutas acordes con los resultados de los estudios urbanos de flujos, horarios, con la finalidad de reducir cuantitativamente la circulación de unidades no adecuadas pequeñas. Esta alternativa deberá contemplar el organizar las bases de taxis territorialmente así como los puntos de enlace de las bases de motoconcho.

Establecimiento de horarios específicos no conflictivos (madrugada y noche) para la circulación de vehículos pesados de cierto tipo (patanas, transportes combustibles, materiales de construcción) en avenidas y calles de alta circulación o en áreas que necesiten protección (salidas de puertos, refinerías, áreas extracción materiales construcción, etc.) para garantizar fluidez permanente y rapidez en la circulación.

Establecer empalmes potenciales en rutas Norte-Sur y Este-Oeste para articular mayor fluidez y rapidez en la circulación intraurbana y estudiar la alternativa de cuatro puentes nuevos (dos sobre el Ozama y dos sobre el Isabela) de bajo costo (puentes flotantes).

Estimular el uso de bicicletas para la movilidad a centros educativos y laborales en la medida en que se transforman cotidianidades por cercanías a lugares de estudio o trabajo con su colateral impacto en el consumo de combustibles.

Las propuestas que estamos haciendo y que pueden obviamente ampliarse deben integrarse en una PROPUESTA POPULAR DE REFORMA Y MEJORAMIENTO URBANOS centrada en la recuperación de los territorios y en la justicia para los asentamientos humanos populares, barrio por barrio, y en el caso de Santo Domingo partiendo del arco marginal delimitado por los ríos hasta penetrar a zonas centrales. Ello a partir de las prioridades establecidas por el poder popular ciudadano y con la intención de articulación interbarrial, es decir, por la decisión de las comunidades a partir de su participación organizada.

Esta propuesta de Reforma y Mejoramiento Urbanos debe plantearse la redefinición del ordenamiento territorial nacional en cuatro regiones (Este, Sur, Oeste, Norte) con entre 3 y 4 provincias como máximo por región, incluyendo la eliminación del Distrito Nacional como insinuación del poder centralizado (una Provincia como las demás) y un esquema de participación y gestión de lo regional, provincial, municipal y local. Ello con la finalidad de ir construyendo una redistribución de capacidades para poder efectivamente darle equilibrio y armonía a las potencialidades de desarrollo social transformador.

En este contexto de plantear macroestrategias centradas en microexigencias populares (lógica endógena de justicia social) podría ser importante la construcción y desarrollo de un Ministerio de Infraestructuras y Medio Ambiente, para articular todo lo hoy disperso en “obras públicas” – “obras del estado” y “medio ambiente” para garantizar una relación armónica y holística entre naturaleza e intervención sociocultural. Este Ministerio podría servir para la creación en su seno de un Centro de Infraestructuras que como acción pública descentralizada, participativa y sin esquemas corporativos burgueses de acumulación, sea responsable del diseño y construcción de las respuestas sociales y comunitarias como agregados sociales a la Isla-Tierra. En ese sentido es acertada la apreciación de Néstor García Canclini cuando nos dice:

“A nivel político, la democratización del gobierno y la participación de los ciudadanos es quizás lo único que puede revertir parcialmente esta tendencia al enclaustramiento en lo privado de la mayoría y controlar la voracidad de los intereses privados inmobiliarios, industriales y turísticos que afectan el desarrollo equilibrado de las urbes… De no ocurrir esto, el riesgo es la ingobernabilidad: que el potenciamiento explosivo de las tendencias desintegradotas y destructivas suscite mayor autoritarismo y represión”. (Culturas Urbanas de Fin de Siglo: La Mirada Antropológica. http://www.unesco.org).

VORACIDAD: ¿Cuál VORACIDAD? VORACIDAD
Y ESTRATEGIA DE JUSTICIA RADICAL

Una propuesta popular sitúa las iniciativas de la voracidad burguesa frente a la conciencia popular. Pero, ¿cuál voracidad de la acumulación capitalista?

El Ingeniero Diandino Peña en relación al Metro dijo:

“Llamamos a licitación a las empresas interesadas… que serán unas 15 ó 20, locales y extranjeras”. (El Caribe. Sección Ciudad. Pág. 19. 9 de Febrero 2005).

Lo primero es el negocio y la acumulación urbana en la intervención decidida por grupos corporativos en el poder político y de acuerdo o en acuerdo con alianzas corporativas burguesas de la “sociedad del poder”.

Otro Secretario de Estado asignado al proyecto de la ‘Isla Artificial’ (Peña es el Secretario de Estado asignado al proyecto del Metro) el Arq. Eduardo Selman, aportó el siguiente dato:

“El Grupo Entrecanales y la Empresa Necso, de origen español, responsables del Novo Mundo XXI (otra vez somos “nuevo mundo”, NA), como se define la pequeña isla en el mar… que habría de tener una inversión entre los US$400 y US$450 millones… la isla será orientada especialmente al desarrollo turístico y el sector inmobiliario… (apartamentos, hoteles, centros diversión, bares, discotecas, restaurantes, comercio, destacamento policial, farmacia, supermercado… 300 botes o yates…”. (Preparan el diseño de la Isla Artificial. Listín Diario. Miércoles 16 de Marzo 2005. Pág. 16).

Con el Metro la burla es aparentar discutir cuando todo ha sido decidido arbitrariamente y mostrado en un show mediático. Ahora con la Isla Artificial, es además de eso, el secuestro del paisaje, pues ya no veremos el mar y los cielos en armonía, sino lo verán los que están en la Isla “Artificial”, miembros de la élite nacional e internacional burguesa, en una especie de contexto paradisíaco construido en nuestra costa, con su “soberanía” incluso garantizada.

Los niveles de alienación del funcionario político crecen según pasan los días. El síndico del todavía Distrito Nacional Roberto Salcedo declaró:

“Al pronunciar el discurso central (en el 1er. Congreso Santo Domingo 2015, N.A.) proclamó que los proyectos del Metro, una marina en la costa, un campo de golf y una isla artificial en la capital primada de América, convertirán a la ciudad y al país en una urbe líder de la región”. (Ayuntamiento del Distrito Nacional inicia Congreso Santo Domingo 2015. Listín Diario. 17 de Marzo 2005. Pág. 14).

El Ayuntamiento del Distrito Nacional sumado a esta oleada de megaproyectos acumuladores de un mensaje en lejanía con las urgencias populares y su cercanía y vinculación a las iniciativas corporativas en la ‘sociedad del poder’, que diseña, ejecuta y acumula. En ese sentido el Arquitecto Kalil Michel Presbot, Subsecretario de Edificaciones de Obras Públicas aporta estos datos al Periódico “Hoy”:

“El gobierno otorgó una concesión a la empresa dominicana Disconfo para que ejecute un megaproyecto que incluye, entre otras obras, un nuevo puente sobre el río Ozama, remodelación del Puerto de Sans Soucí, construcción de hoteles y torres, marina deportiva, club náutico, centros comerciales y un parqueo por valor de US$300 millones… las obras estarían localizadas entre el obelisco ‘macho’ y Sans Soucí…”. (Puente, Puerto, Hoteles: Gobierno Otorga Megaproyecto. Viernes 18 de Marzo 2005. Pág. 8).

La definitiva expulsión de las clases populares a lo largo del Malecón y los bordes del río Ozama está decretada por la voracidad acumuladora y por la alunación de la ciudad “competitiva” con Miami y su Bayside y otras urbes capitalistas.

Las políticas gubernamentales y estatales surgen no de las mayorías, ni de sus supuestos “representantes”, sino en una nueva burocracia de naturaleza corporativa que decide. Tiene razón John Kenneth Galbraith cuando afirma recientemente:

“… lo cierto es que el mundo económico moderno se centra en el control de la organización corporativa, es decir –que nadie rehuya esta palabra- la burocracia”. (La Economía del Fraude Inocente. Ed. Crítica. Noviembre 2004. Pág. 46).

Esta burocracia corporativa y no solo gubernamental, nuevo eje en la sociedad del poder se centra en la acumulación y enriquecimiento voraz, a lo cual hay que oponerse, y la propuesta popular debe ir hacia la insinuación abierta de otra construcción social.

Charles Peguy, católico y socialista describe este contexto contradictorio de manera muy precisa y sin temores:

“El dinero no es deshonroso cuando es el salario, la remuneración, la paga… cuando es ganado pobremente. Solamente deshonra cuando se trata del dinero de las gentes del mundo… y cuando se termina en esa situación monstruosa de un París como el París moderno, donde la población se divide en dos clases tan perfectamente que nunca se había visto tanto dinero corriendo por placer, ni negársele el dinero al trabajo a ese punto”.

Las propuestas populares deben evadir las trampas y proponer desde alternativas democráticas, populares, participativas, en suma, de construcción revolucionaria de una sociedad y ciudades armoniosas, por justas y participativas.

No podemos ni caer en la trampa ni que nos cojan de mojigangas, en el contexto perverso del Acuerdo de Libre Comercio con Estados Unidos y el otro acuerdo perverso con el Fondo Monetario Internacional (FMI) respaldados por el anterior y el actual gobiernos, que producirán más pobres urbanos, ni dar muestras de incapacidad de iniciativas y proposición, dejando claro que como dijo la Representación de la Junta Popular de Santo Domingo el 8 de Junio de 1843 que:

“Lo que a todos toca, por todos debe ser hecho y aprobado”

Y agregamos: Si no es así, ¡NO!

sábado, 21 de marzo de 2009

“EL RETO MEDIOAMBIENTAL Y EL QUEHACER DE LAS HUMANIDADES”

CONFERENCIA MAGISTRAL EN LA INAUGURACIÓN DEL CURSO LECTIVO

CÁTEDRA DE ESTUDIOS HUMANÍSTICOS

CENTRO DE ESTUDIOS GENERALES

UNIVERSIDAD NACIONAL DE COSTA RICA

César Cuello, Ph.D.

Heredia, Costa Rica,

Marzo de 2009


La era moderna es la era de la división y fragmentación de la realidad y del conocimiento que de esta realidad tenemos los humanos. División social del trabajo y fragmentación del conocimiento, dos fenómenos que significaron pasos gigantescos en la edificación de la sociedad capitalista moderna, particularmente, en el desarrollo de sus fuerzas productivas, pero que a la vez, han conducido a la más sofisticada alienación de la condición humana. División social del trabajo que, en palabras de Adam Smith, padre de la Economía Política Clásica y del Liberalismo Económico del siglo XVIII, contrapone a productores independientes de mercancías que no reconocen más autoridad que la de la competencia y la coerción que ejerce sobre ellos la presión de sus mutuos intereses, en una especie de guerra de todos contra todos.1

El optimismo de A. Smith con respecto al nuevo orden económico y social que surgía fundamentado en la propiedad privada de los medios de producción y en la división social del trabajo se expresa en el siguiente argumento: “La gran multiplicación de producciones en todas las artes, originadas en la división del trabajo, da lugar, en una sociedad bien gobernada, a esa opulencia universal que se derrama hasta las clases inferiores del pueblo”.2

Es fácil darse cuenta la vinculación del modelo neoliberal actualmente en franco proceso de resquebrajamiento con estas ideas, entonces liberales de Adam Smith. Crecer, crecer y crecer, para que el mundo se llene de riqueza y entonces derrame hasta las clases y estratos más bajos de la sociedad, que de esta manera resolverán sus problemas de carencias y pobreza. Este entusiasmo por el crecimiento económico ilimitado como premisa para la superación de la situación de penurias de los pobres nos recuerda la tristemente célebre retórica neoliberal del goteo (‘trickle down effect’) preconizada al extremo por las administraciones republicanas de los Estados Unidos de los últimos decenios.


Adam Smith, sin embargo, como hombre sensible a los problemas humanos, entendía claramente los efectos alienantes y degradantes de la condición humana generados por la división social del trabajo en la sociedad capitalista. Así lo expuso en el libro primero de su famosa obra La Riqueza de las Naciones:


“Un hombre que pasa su vida entera ejecutando unas pocas operaciones simples no tiene oportunidad de ejercitar su entendimiento... En general, se vuelve tan estúpido e ignorante como es posible que llegue a serlo un ser humano. La uniformidad de su vida estacionaria corrompe de un modo natural el empuje de su inteligencia... Destruye incluso la energía de su cuerpo y lo incapacita para emplear su fuerza con vigor y perseverancia en cualquier otro terreno que no sea la actividad detallista para la que se lo ha adiestrado. De este modo, su destreza en su actividad especial parece haber sido adquirida a expensas de sus virtudes intelectuales, sociales”.3


A la par de los avances y la fragmentación que, mediados por la invención y la innovación tecnológicas, introducía la división social del trabajo, se daban también los logros y la fragmentación del conocimiento. Las ciencias se desgajaban una tras otras y se diferenciaban del todo gnoseológico en que se incubaron en el seno de la “madre” Filosofía. La visión holística, totalizante del mundo, que fuera tradición de varias corrientes del pensamiento de tiempos anteriores, desaparecía para dar paso así a una praxis y a una visión fragmentada, unilateral, mecanicista y simplificadora del mundo, así como también del quehacer y del pensar humanos.

Esta fragmentación sirvió cómodamente a la esencia excluyente y expoliadora del sistema capitalista que surgía. La estrategia de dividir para vencer ha sido aplicada por los humanos en los más diversos campos de acción, incluyendo el político y el militar. Para los ámbitos social y gnoseológico, José Nun, ex Ministro de Cultura durante el gobierno de Néstor Kishner en la Argentina, lo plantea de la siguiente manera: “La dominación opera mejor fragmentando, dividiendo, creando opacidad, haciendo que la gente se preocupe por aquello que le resulta más inmediato y tenga una idea vaga sobre lo que es la sociedad en su conjunto. Sepa que hay ricos y pobres, pero no conozca, no esté en condiciones de elaborar por sí misma las mediaciones entre su experiencia inmediata y esa experiencia más global”.4

Sobre esta visión fragmentaria se edificó la utopía del progreso social, la que más tarde se convertiría en la ideología dominante de la sociedad moderna capitalista. El crecimiento económico ilimitado, basado en el desarrollo permanente de la ciencia y la tecnología, se entendía, debía hacer posible de manera automática el progreso social, que traería bienestar y felicidad para todos. Así lo soñaron los fundadores del pensamiento económico y así lo soñaron también los padres de la ciencia moderna. Por medio del conocimiento de las leyes de los fenómenos naturales, creyeron éstos últimos, los humanos podrían manipular y dominar las fuerzas de la naturaleza y hacer que éstas sirvieran enteramente a sus propósitos, necesidades y aspiraciones, en palabras de Francis Bacon, para aliviar la condición humana.5

El modelo utopista baconiano de una sociedad dirigida por científicos y libre por entero de pobreza, epidemias, desórdenes sociales, crímenes, corrupción e incluso, de políticos, se convirtió en poco tiempo en una de las ideas más atractivas en la Europa de los siglos diecisiete y dieciocho. Al igual que Bacon, Henri de Saint-Simón, el socialista utópico francés de finales del siglo XVII y comienzos del XVIII, construyó también su utopía del progreso social basado en el desarrollo de la ciencia y la tecnología. Él creía en la posibilidad de la transición de un gobierno arbitrario como el de su época a una administración científica del aparato del Estado.6 En este modelo de sociedad, según Saint-Simón,

La toma de decisiones sería confiada no a gobernantes arbitrarios, elegidos en base al clientelismo, sino a directores generales, seleccionados sobre la base de sus habilidades profesionales, para quienes la política no vendría a ser otra cosa que la ciencia de la producción.7

Este modelo socialista utopista de sociedad preconizado por Saint-Simón y otros pensadores europeos de la época, sirvió más tarde como una de las fuentes utilizadas por Carlos Marx y Federico Engels para formular su concepción científica del socialismo. Este modelo científico de socialismo concebido por Marx y Engels, a diferencia del utópico que dejaba de lado este factor, se estructuró sobre la base del reconocimiento de la división clasista de la sociedad y derivado de ello, de la lucha de clases como elemento motorizador del cambio social.

Marx saluda el advenimiento de las ciencias naturales, él entiende que éstas “han invadido y transformado la vida humana, más que todo, por medio de la industria; y han preparado la emancipación humana, si bien su efecto inmediato tuvo que ser un fortalecimiento de la deshumanización del hombre".8

Igual entusiasmo manifiesta Marx con respecto a la técnica, pero advierte que en manos del capital, ésta hace al ser humano esclavo de las fuerzas de la naturaleza. En sí misma, dice éste, la maquinaria "incrementa las riquezas de los productores, pero en manos del capital, los pauperiza".9

Desafortunadamente, Marx no parece superar el exagerado entusiasmo de sus antecesores utopistas en torno al carácter liberador de la ciencia y la tecnología. Para él también, el progreso de la ciencia y la tecnología es bueno en sí mismo y lo que lo pervierte es el carácter que éste asume en las condiciones del capitalismo. Aunque entiende, y esta es la diferencia más radical con el socialismo utópico, que si bien el tecnicismo capitalista envenena y aliena todas las relaciones sociales y humanas, la negatividad que está implícita en su propia esencia hará aparecer el antídoto capaz de reconciliar a los seres humanos con la técnica y con una civilización realmente social y humana.10

Para Marx, en palabras del filósofo greco-francés Kostas Axelos,


Una vez la alienación tecnicista sea superada, [...] la técnica será capaz de desarrollarse de una manera integral y no-alienante, siempre y cuando la misma sea mantenida bajo el control de la totalidad de la comunidad humana. La planificación multilateral de la producción técnica deberá prevenir que ésta no genere alienación y trastornos.11


Estas ideas de Marx sobre la alienación provocada por un lado, por la fragmentación generada por la división del trabajo y, por la apropiación privada capitalista de los resultados del avance científico y tecnológico, por otro lado, constituyen las primeras simientes de lo que sería más tarde su concepción materialista de la historia, un esfuerzo moderno por constituir una visión integral, totalizadora de las estructuras sociales (infra y super), de su dinámica e interacciones condicionantes. Una visión de totalidad, que no es otra cosa que la apropiación mental, intelectual de las complejas relaciones que se establecen a nivel de la base productiva en interacción con todas las superestructuras políticas, ideologías y culturales de la sociedad. Con esta visión de totalidad, integral y holística Marx aspiraba sentar las bases no solo para la superación de la visión fragmentada del mundo inaugurada con el advenimiento del capitalismo, sino a la vez, para la generación de una praxis holística, multilateral, que supere, asimismo, la simplificación y la unilateralidad de las relaciones de los humanos consigo mismos y con su entorno.

Contrario, sin embargo, a la visión de totalidad de Marx, la evolución del pensamiento científico fragmentado que surgió de la modernidad continuó profundizando el fraccionamiento y la dispersión por medio de la especialización y la hiper-especialización del saber y el hacer humanos, haciendo perder la perspectiva de la totalidad.12 Ello ha conducido a una valorización fundamentalmente antropocentrista, de sojuzgamiento de la naturaleza por el ser humano, positivista y cientificista, que cree en el desarrollo económico ilimitado gracias al gran poder de la ciencia y la tecnología, sin contar con los límites que la naturaleza y la particularidad que las culturas imponen a las posibilidades de dicho desarrollo.


En el marco de esta orientación y sustentada en un sistema productivo altamente destructor de los recursos naturales, esencialmente consumista y dilapidador, la humanidad ha arribado al siglo XXI sumida en la mayor crisis de sostenibilidad de todos los tiempos. Los desafíos ambientales que se enfrentan a nivel global son realmente colosales y su rápida solución es crucial para la conservación de la naturaleza y la continuidad de la existencia humana. La crisis energética global, la destrucción de los bosques y la biodiversidad, la desaparición de ríos y acuíferos, la desertificación y pérdida de suelos, la contaminación y degradación de los ecosistemas y el calentamiento global son solo algunas de las manifestaciones más visibles de esta crisis medio ambiental planetaria, que es en realidad una crisis total, que permea todos los rincones, todos los aspectos y elementos de la vida social y natural.

Pero lo paradójico de esta crisis es que siendo global, fue generada, como se expuso más arriba, por una visión y una praxis fragmentada del mundo, por un pensar y un hacer unilaterales, carentes de integralidad y basados en una ética esencialmente utilitarista, que desdeña la solidaridad, la cooperación y el altruismo social, al tiempo que fomenta y absolutiza la competencia salvaje entre las personas, reivindicando y potenciando de éstas su lado más egoísta, individualista y mezquino.

Dentro de esta lógica existencial fragmentada y el estilo de civilización fáustica establecido a partir de ella, como sostiene el sociólogo argentino Ezequiel Ander-Egg, "el crecimiento indefinido exponencial nos lleva a un callejón sin salida".13 Según Ander-Egg,


La "fetichización" del crecimiento económico como la meta de la sociedad y el ganar dinero como el gran objetivo de la existencia, nos ha llevado a ésto. La situación actual no es otra que el fruto de una civilización del despilfarro, de un desarrollo sin finalidad humana y de existencias personales sin sentido de la vida.14


Pero, realmente, ¿existen o no salidas de esta encrucijada? ¿Está la humanidad en capacidad de recomponerse y continuar adelante hacia nuevos derroteros de desarrollo armónico con la naturaleza y de realización humana plena?


Lo que he querido mostrar desde el inicio con mis argumentos, es que, según lo entiendo yo, no estamos frente a una situación coyuntural y pasajera, que se trata de una crisis de civilización de incalculables proporciones, de una crisis generalizada de un sistema socioeconómico que ha perdido la razón histórica, que ha tomado desde hace mucho tiempo un norte muy diferente de los objetivos humanos de libertad, justicia y hermandad que preconizó en sus inicios. Una crisis, de la cual el reciente descalabro de Wall Street que inició en los Estados Unidos y que se propagó a todo el mundo no es más que una expresión parcial, apenas la punta del iceberg que oculta la real dimensión de la debacle a la que el sistema capitalista basado en el monopolio privado de la riqueza social y la destrucción irresponsable de los recursos naturales ha arrastrado a todo el género humano.

Sin embargo, entiendo a pesar de lo incierto del panorama, que sí hay salida, pero estas salidas no son simples ni inmediatas. Las verdaderas salidas implican transformaciones estructurales profundas, esto lo han venido planteando desde hace tiempo personas de las más diversas orientaciones políticas e ideológicas. Me limito aquí, para solo mencionar un caso, a las palabras de Denella Meadows, quien conjuntamente con un grupo de intelectuales produjera el famoso informe para el Club de Roma titulado Los Limites del Crecimiento y en el cual me detendré brevemente más adelante. Meadows planteó en 1990, aquí mismo en Costa Rica, casi 20 años después de Los Límites del Crecimiento lo siguiente:


Continuar con la presente estructura de la economía y sistemas sociales del mundo, no nos llevará a un futuro deseable, no cerrará la brecha entre los ricos y los pobres, no hará nuestro ambiente más limpio, y no terminará con la guerra y el conflicto. Son las estructuras actuales las que crean la brecha entre los ricos y los pobres, los problemas ambientales, las guerras. Sólo la reestructuración solucionará esos problemas.15


Donella Meadows no era socialista, ni de izquierda, ni nada que se le parezca, y seguro que su idea de cambios estructurales no superaba las fronteras del sistema capitalista dominante. Sin embargo, como visionaria y como intelectual sensible a los problemas humanos y medioambientales, entendía que estaba frente a un sistema enfermo, decadente, excluyente e injusto que había que reestructurar, de lo contrario, la hecatombe sería inminente.

La conciencia de la necesidad de un modelo de desarrollo de carácter integral y holístico, capaz de superar la presente crisis social, humana y medioambiental del actual sistema, comenzó a crecer y a unificarse a partir del momento en que un grupo de visionarios auspiciados por el Club de Roma se atreviera a "gritar" a los cuatro vientos, a principio de los años setenta del siglo pasado en su informe ya clásico Los Límites del Crecimiento, dirigido por Donella Meadows, que el mundo no podía seguir viviendo como hasta ese momento, que ese estilo de vida era insostenible, que había que parar esa locura y poner límites al crecimiento desenfrenado e indefinido de la economía por la economía.16

A pesar de su carácter catastrofista y neomalthusiano, según lo reconocen muchos autores,17 Los Límites del Crecimiento tuvo el indiscutible mérito de haber hecho del problema ecológico y ambiental un asunto de discusión pública a nivel mundial. El auge de esta discusión ecológica, como indica el historiador chileno Fernando Mires, está ligado a la ruptura del consenso industrialista, de lo cual Los Límites del Crecimiento es el mejor exponente.18 El auge de este debate marca, además, el comienzo del quiebre del consenso en torno al paradigma del crecimiento ilimitado como premisa del desarrollo y el progreso social. La idea general de la discusión planteada era que el presente modelo de desarrollo tenía que ser detenido, que el crecimiento exponencial e indefinido ya no era posible.

Según los autores de Los Límites del Crecimiento, el crecimiento exponencial de la población, los alimentos, la producción industrial, el consumo de energía, las emisiones de CO2, la deforestación, etc. conducirá necesariamente a una catástrofe si no se establecían los límites necesarios al crecimiento. Estos límites no podrían ser otros que los que establece el carácter limitado de los recursos del planeta.19


La conclusión a que llegaron estos autores fue que era posible revertir la tendencia dominante del crecimiento y lograr una condición de estabilidad ecológica y económica que pudiera mantenerse en el largo plazo. Un estado tal de equilibrio global, sostenían, puede ser diseñado de manera que cada ser humano pueda satisfacer sus necesidades materiales básicas, en condiciones de igualdad de oportunidades que le permitan desarrollar todo su potencial particular.20 Tal parece que la historia le ha dado en gran medida la razón a los autores de Los Límites del Crecimiento.

Previo al informe sobre Los Límites del Crecimiento, durante la década de los sesenta y en medio del gran entusiasmo de la llamada “revolución verde”, ya el libro de la estadounidense Rachel Carson, La Primavera Silenciosa, había removido los cimientos de la conciencia mundial y de los Estados Unidos en particular, al denunciar los efectos devastadores del uso excesivo e indiscriminado de agroquímicos, particularmente del DDT en los ecosistemas y en la salud humana que la revolución verde había traído consigo. Carson llama la atención sobre la necesidad de entender y relacionarse con la naturaleza y sus ecosistemas como una totalidad, en donde todo, incluyendo el ser humano, está interrelacionado.21 Esta idea de totalidad e integración es luego plenamente incorporada en las nociones de sostenibilidad y desarrollo sostenible.

Todo el movimiento que se creó durante los años 70 y los ochenta llevó a la maduración y formulación de la propuesta para un desarrollo sostenible. El desarrollo sostenible implica una visión diferente de la relación del ser humano con la naturaleza y consigo mismo. Como tal, se trata de un proceso que implica una nueva actitud, una nueva conciencia y una nueva cultura. Una actitud de respeto por la naturaleza, la integridad de sus ecosistemas y sus sistemas de soporte vital. Una conciencia, que no se reduce a la mera racionalidad científica y tecnológica predominante en la actualidad, sino que incluye elementos importantes de la praxis humana material y espiritual que hoy día son ignorados parcial o totalmente. Una cultura, que conduzca a la superación de los valores antropocentristas y biocentristas predominantes, integrándolos en una síntesis de valores universalistas, en donde ser humano y naturaleza convivan en perpetuo equilibrio. Se trata, en fin, de redimensionar al ser humano y su relación con los demás seres y elementos con quienes comparte su existencia en el mundo. Se trata de caminar hacia una armonía imperecedera entre lo humano y lo natural, que elimine por una parte la arrogancia humana frente a lo natural y, por otra parte, la actitud sumisa y supersticiosa que aliena la condición humana.

Visto así, el desarrollo debe potenciar tanto lo humano como lo natural, en el entendido, de que lo humano es continuación y a la vez elemento relevante de lo natural. En consecuencia, el progreso social no puede hacerse sobre la base de profundizar la separación que tradicionalmente se ha dado entre seres humanos y naturaleza, presentándolos como enemigos encontrados, dispuestos a avasallar unos a la otra y viceversa. Tampoco puede darse sobre la base de proteger y preservar la naturaleza olvidándose de la gente, de sus necesidades y aspiraciones.

Desafortunadamente, la importancia de conservar la naturaleza a la vez que se vive de ella y en ella, no suele comprenderse hasta que no se han causado daños severos y a veces irreversibles a ésta. Pero aun después de ello, la necesidad de sobrevivir en el corto plazo lleva a muchas personas y comunidades a no detenerse ante cualquier daño a los ecosistemas y especies de la naturaleza en aras de obtener los medios necesarios del vivir inmediato. La lógica común es usar y degradar la naturaleza porque hay que vivir, para luego tener que "restaurarla" y protegerla, de nuevo, porque hay que vivir.

El desarrollo sostenible es una respuesta a esta lógica cortoplacista y meramente utilitarista. Sin embargo, hay que cuidarse de que el desarrollo sostenible no se vaya al extremo opuesto, a un futuro abstracto, descontextualizado y antihistórico, lejano e inalcanzable a los mortales y por ende, en una promesa del discurso. En la medida se convierte solo en una promesa del futuro, el desarrollo sostenible, al igual que ha sucedido con el ideal del progreso social basado en el desarrollo científico-tecnológico,22 o con el ideal comunista,23 se vacía de su concreción presente, pierde su inmediatez fenoménica, para convertirse en un concepto vacío, en una suerte de fetiche religioso moderno.24 Planificar pensando en el largo plazo, en el futuro, no quiere decir olvidarse del corto plazo, del presente. De hecho, constituye una verdad de Perogrullo el enfatizar que las realizaciones del presente son las que hacen viable o no el futuro. Pero hay que reiterarlo, el desarrollo sostenible implica vivir bien el presente pensando en el futuro. Porque aunque las generaciones pasan, aunque los individuos pasan, nuestra impronta positiva o negativa se queda como simiente en las generaciones sucesivas.


Los individuos captan las cosas primeramente a través de su inmediatez fenoménica, de su concreción empírica, cuando esta concreción se pierde, las cosas se convierten en abstractas, vacías de contenido y su comprensión se torna más difícil.25De lo que se trata no es de que el individuo deje de preocuparse por la inmediatez, por el corto plazo, y que comience a preocuparse sólo por el largo plazo, ésto es, por el futuro, sino de establecer y no perder de vista el vínculo causal entre la inmediatez y la mediatez, es decir, entre el corto plazo y el largo plazo, y establecer el necesario equilibrio entre ambos.26

Después de más de doscientos años de existencia, el actual patrón de desarrollo no ha cambiado su esencia fragmentaria, inmediatista, utilitarista e individualista. Pero tampoco ha resuelto los problemas de desigualdad social, justicia y fraternidad que prometió resolver por medio de la innovación tecnológica, la abundancia de productos y el progreso social. Este fracaso de doscientos años caminando las sendas del actual modelo de desarrollo, aconseja buscar otra ruta, aconseja asumir un modelo diferente de desarrollo o si se quiere, de evolución del género humano. Un modelo de desarrollo más completo y multidimensional, que limite el movimiento económico de la sociedad a la capacidad de la naturaleza para auto-regenerarse, que coloque el mejoramiento de la condición humana (el desarrollo humano y social) como su meta fundamental, en síntesis, que coloque el respeto por la calidad del medio ambiente y el bienestar humano en el centro de cualquier política económica, social y cultural.

Esta interpretación del desarrollo sostenible supone un respeto irrenunciable por la integridad de la naturaleza y de los seres humanos, la satisfacción de las necesidades y aspiraciones de las generaciones presentes y el respeto del derecho de las generaciones futuras a un ambiente sano y equilibrado. Ello supone, además, el rechazo del presente derrotero hacia la consecución de un crecimiento económico sin cualificación, convertido en un fin en sí mismo, que soslaya la calidad de la vida humana y del medio ambiente, y que, en consecuencia, ha conducido a la degradación de la naturaleza, en muchos casos, a niveles irreversibles.27


En una sociedad sostenible, la acumulación de capital y la maximización de la ganancia privada no pueden seguir siendo la prioridad principal de la producción social. Entendido de esta manera, el desarrollo sostenible requiere redefinir todos los principios de la industrialización, la producción agrícola, la innovación tecnológica, la producción científica, la urbanización, etc. que han dado forma a la insostenible civilización economicista, cientificista, tecnocrática e individualista en que vivimos en la actualidad.

Más que un asunto meramente técnico y económico, la relación armónica y sostenible entre el ser humano y el medio ambiente es un problema ético. Se trata de que como ente racional y por ende, elector, el ser humano tiene que tomar la decisión de continuar basando sus acciones en una racionalidad que ignora la condición humana, que ignora los límites y la fragilidad de los sistemas naturales y, por consiguiente, destructora de éstos, o, por el contrario, adoptar una nueva racionalidad que no sólo tome en cuenta estos límites, sino que incorpore consideraciones ambientales y ecológicas en todas sus acciones de desarrollo y que responda por el bienestar humano, que responda no sólo por los efectos positivos del desarrollo, sino también, y fundamentalmente, por sus efectos negativos. Así, la responsabilidad ha devenido en el substrato ético fundamental que debe normar esta nueva racionalidad del desarrollo y por tanto, de la relación ser humano-naturaleza.

Por su carácter integrador, decimos con Hans Jonas, que los argumentos éticos que fundamentan la teoría de la responsabilidad son los que mejor satisfacen la necesidad de una visión holística de la interrelación ser humano-naturaleza.28 En su relación con el medio ambiente, el ser humano responsable asume todo el peso y dimensión de sus acciones, prevé sus efectos, los sopesa y toma decisiones que conduzcan a satisfacer adecuadamente sus necesidades y aspiraciones presentes, sin destruir la base natural que permitiría a las futuras generaciones satisfacer sus propias necesidades.29

La teoría de la responsabilidad es, pues, el fundamento teórico de la ética de la sostenibilidad. A diferencia de las concepciones éticas tradicionales, la ética de la sostenibilidad, sin absolutizar estos dos factores, no puede ejercerse sin información y conocimientos. El ser humano responsable, que aspira a construir un mundo más justo y sostenible no puede seguir actuando y tomando decisiones basado en sólo su intuición y en la evidencia fenoménica. Se requiere, así, de una nueva síntesis cognoscitiva ecológico-humanista, que integre la experiencia tradicional y los valores, afectos y sentimientos humanos con la racionalidad de la ciencia y la tecnología modernas. Una ciencia y tecnología convertidas en un medio para una acción humana responsable y sostenible y no en un fin en sí mismas, con una existencia autónoma y enajenante como sucede en la actualidad.

La naturaleza cambiante de las cosas, así como las limitaciones propias de la capacidad humana para interpretar y explicar en forma completa los fenómenos y procesos del mundo circundante, condicionan que la información y el conocimiento necesarios para actuar y avanzar en forma responsable hacia el desarrollo sostenible no siempre sean suficientes para tomar las mejores decisiones en relación con la conservación del medio ambiente y la salud y bienestar humanos. En estas circunstancias, la acción responsable demanda la intervención de la intuición y la cautela, demanda una actitud mesurada, a fin de que las acciones y las decisiones tomadas en base a información limitada no conduzcan a situaciones de impactos o daños irreversibles al medio ambiente y al propio ser humano.

La responsabilidad es, pues, la nueva dimensión humana que todas las personas tienen que asumir y cultivar si realmente la presente encrucijada de la existencia humana y natural ha de ser exitosamente superada. El desarrollo sostenible es en estos momentos la única forma responsable de enfrentar la presente crisis de sostenibilidad en que vive la humanidad. La responsabilidad como imperativo ético, según Edgar Roy Ramírez, filósofo costarricense, profesor en el TEC y en la UCR, no se debe ver como una carga más sobre las espaldas del ser humano, sino mas bien, como un rasgo o cualidad distintiva de nuestra condición que nos dignifica y nos humaniza mucho más.30

La responsabilidad ha devenido en el imperativo ético fundamental de la civilización moderna y debe ser por ello un criterio insoslayable para evaluar las acciones humanas y en particular, las actividades de desarrollo.

Como único sujeto ético del Planeta, el ser humano tiene hoy la responsabilidad y la obligación moral, no sólo de preservar su existencia presente y futura, sino también la existencia de todas las demás especies vivientes, así como la integridad de los sistemas que soportan la vida.

En relación con las cuestiones ambientales, la acción responsable demanda multilateralidad, demanda de una aproximación holística e integral, que le permita al ser humano aplicar y ejercer en forma adecuada todo el poder que la tecnología y la ciencia modernas han puesto sobre sus hombros.

El reto de las humanidades en la presente crisis de civilización, que como indicáramos hunde sus raíces en la división del trabajo y en una visión fragmentada y unilateral de un mundo cada vez más complejo y multifacético, consiste, a mi modo de ver, en asumir un compromiso serio y responsable con el cultivo de una interpretación compleja, holística e integral de la realidad en sus componentes humano, social y medioambiental. En este sentido, me inscribo en los esfuerzos que viene haciendo el movimiento de la complejidad a nivel de un número creciente de países. Debo aclarar, sin embargo, que no me considero un experto en complejidad, mi involucramiento con esta línea de pensamiento es muy reciente, pero entiendo, que la visión de totalidad preconizada por Marx es perfectamente compatible con el pensamiento complejo. La complejidad, no obstante, como es lógico, debe superar dialécticamente las limitaciones de temporalidad histórica, ontológica y cognoscitiva del pensamiento marxista original.

Según lo describe el Instituto Internacional para el Pensamiento Complejo (IIPC) de la Universidad del Salvador (USAL), en Buenos Aires, Argentina, presidido por el pensador francés Edgar Morín,

“El pensamiento complejo es la respuesta del espíritu frente a la fragmentación y dispersión de los conocimientos que no pueden hacer frente a la emergencia de los fenómenos complejos. El pensamiento complejo es un pensamiento que relaciona, un artepensar y una estrategia del espíritu frente a la paradoja que anima el actual contexto que globaliza y al mismo tiempo fragmenta”.31


De acuerdo al IIPC, la complejidad es a primera vista un tejido de constituyentes heterogéneos inseparablemente unidos, que presentan la paradójica relación de lo uno y lo múltiple. La complejidad, enfatiza el IIPC, es efectivamente el tejido de eventos, acciones, interacciones, retroacciones, determinaciones, azares, que constituyen el mundo fenoménico. Así, pues, la complejidad se presenta con los rasgos perturbadores de la perplejidad, es decir de lo enredado, lo inextricable, el desorden, la ambigüedad y la incertidumbre. Hoy la complejidad es nuestro contexto, dice el IIPC.32

A partir es estos argumentos del pensamiento complejo, me atrevo a plantear, siguiendo y parafraseando en parte a Edgar Morín, teórico del pensamiento complejo, que la misión de las humanidades frente a la crisis y los retos ambientales globales de la sociedad contemporánea consiste, en conocer y comprender lo humano en su relación con lo social y lo natural, situándolos a la vez en el contexto global y en su contexto local particular. Desde esta perspectiva, las humanidades deben cuestionarse sobre el destino común de la existencia humana y la naturaleza, sobre las condiciones necesarias para un vínculo armonioso entre lo humano y lo natural, sobre las raíces de la crisis de esta relación, sobre la responsabilidad compartida de todos los actores sociales involucrados en la crisis, sobre la necesidad de una nueva concertación de esfuerzos y voluntades para superar la crisis, sobre los vínculos mutuamente condicionantes entre la degradación humana y la degradación ambiental, en torno a los valores que han regido la relación ser humano-naturaleza, en torno a las injusticias y las iniquidades sociales que condicionan la crisis, en torno a las asimetrías en el orden económico y político mundial, en torno a la libertad y la alienación humana, sobre el rol de la ciencia y la tecnología en la gestión sostenible de los recursos naturales, en torno a la dialéctica del corto y largo plazo en la relación del humano con la naturaleza, en torno la necesidad de una nueva ética para la sostenibilidad de la existencia humana y natural, en fin, en torno a la necesidad de una visión transdisciplinaria compleja, multilateral, holística de lo humano en su relación con lo natural, que supere el tradicional fraccionamiento y aislamiento de la visión actual.